Panbol 2006



A escasos cuatro días del comienzo del mundial, como si no pudiéramos escribir de otra cosa, ver otra cosa, respirar otra cosa, me es casi imposible no reflexionar acerca de lo que antopológicamente acontece con la movida de la pelotita esa.


Es sabido que no soy hincha declarada, y que pese a sus más disímiles fantasías, jamás me verán poniéndome el "tricot" de ningún equipo, combinar mi vestuario a modo o bailar en las gradas moviendo las tetas como las brasileiras a beneplácito del hombre cavernario. Mi gusto por el "fut" es mucho más pobre y tiene más que ver con engranajes inconclusos de la niñez, jolgorios après y mi dosis de hormonas que celebran ver hombres guapos con piernones de caballo, por ejemplo Totti...


Alemania está invadida de fans pamboleros que caminan en las calles con muchas, pero muchas "cheves" encima. Es más, siento fracturar el mito pero, basándonos en que la cerveza tiene efectos diuréticos rápidos, tenemos que, a pesar de que los alemanes han invadido las calles con "Dixies" (como ellos le llaman) para que ningún personaje termine contribuyendo con el servicio de riego, es imposible no encontrarse con alguien en una esquina en posición sospechosa...


Como sea, aún cuando es criticable aquello del marketing y divisas que entran en la sede del mundial (groseros temas aquellos del dinero) es afable ver todavía gente departiendo con gente; casi como el utópico sueño de hermandad entre naciones, razas y culturas que en la realidad es deporable, poniendo los pies en la tierra.



Ayer, con un calor apabullante y después de una ducha helada, encendí el televisor -cosa que ya no hago a menudo- para ver que nuevas acontecían. Justo en ello, reparo que juega Italia contra Ghana. ¡Totti! me dije y me posicioné para verle... Cual no sería la sorpresa de encontrarle trasquilado (rizos pasados por la piedra) ¡Se veía tan alemán! Con todo, he de reconocer que la estética de los italianos es sobrecogedora. Por favor, vean los zapatos de F1 para apoyar a la Forza Azurra...

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