De lo relativo que es la pesadez por un grupo de desconocidos...


Ya, pues Barrigas Inc. ha llegado a su fin. La culminación bondadosa de un grupo bastante peculiar me ha dejado un poco más tranquila. La diversidad de pensamientos y posturas –en el sólo caso de la maternidad- era equivalente a pequeños roces subterráneos, siempre con la amabilidad ensayada a flor de piel.
Por acá les dejo la última foto de nuestro grupito estrella: ¿Adivinan quién tomó la foto?



Pasando a otras novedades, y casi como boicot a lo que anteriormente escribía acerca de los grupos de desconocidos, el sábado tuve una invitación a una reunión muy excitante, pues casi la mayoría de las personas que en ella se incluía tenían una personalidad providencial, digamos fuera del contexto de la media. Bien, pongamos que algunos los llamarían excéntricos... y yo, yo estaba encantada.
Fué difícil hacer a toda la gente coincidir –según palabras del anfitrión- pero afortunadamente las agendas se alinearon y tomamos parte de un sábado muy estimulante. Nuestros anfitriones se tomaron el tiempo para hacer lucir su casa –digo casa aunque un pequeño castillo me sonaría más apropiado- de una manera regia pero sin aires abigarrados de wanna be. Cada cosa en su sitio con la premisa de fino, discreto y sencillo. Una cena deliciosa con todos los gariboleos que la creatividad culinaria permite.
Mi vecino de mesa y su pareja, lo descubro en la plática, vienen de Milán. Tenemos algo en común, la ciudad de Milano que pese al minúsculo tiempo de vivir ahí, me ha dejado un bagaje vivencial notable. Reconozco ahora que mi italiano ha sufrido unas mutaciones bárbaras, pues me cuesta recordar palabras que usualmente confundo con el francés o incluso el castellano, pero eso para ellos es sólo una leve orportunidad de bromear y hacer de la velada un acto de viejos desconocidos.

Cada persona tiene una mente inquieta y puedo decir que hasta volátil, el humor generalmente es ácido pero descaradamente inteligente, la verdad es que lo estoy pasando de lo mejor, incluso con mi prominente vientre y mis difícultades para sentarme adecuadamente. Los tópicos son la música, los viajes, la arquitectura, el arte, los barcos, la moda, los libros, el buen vivir, la simplicidad del espíritu, la complejidad del intelecto... un mar de palabras y yo quiero pasar con mi red y tomarlas todas, TODAS.

Cantos barrocos en vivo, justo ahora que leo un libro sobre Doménico, Alessandro y Pietro: Una delicia producto de la cantidad de tintos servidos sin mesura. Cosma canta; quizá lo más cercano a la descripción fantástica de una sirena y bueno, sobra decir que Cosma es guapísima al igual que Paolo. Su voz símplemente tiene la facultad de llevar sentimientos: algo así como aquella facción dionísica de Nietzche referente a la música y el baile. La ebullición finalmente ha tomado cursos definidos, súbito alguien más arma un ensemble de creaciones electrónicas propias, y todos escuchamos la contraparte de la música antigua. Está de más describir la exploración geográfica de ritmos y resonancias que subsiguieron como río incontenible para regocijo de mis oídos.
En el ínter, Marc habla de la resolución inteligente de especios en la arquitectura, del lujo en tiempos actuales de la amplitud del espacio... por ahí, a mis espaldas se habla que salir a navegar antes de que el sol aparezca es un must, así como los cuidados casi anticuarios que hay que llevar para que un barco se conserve, y en ello, la diversión devota de hacerle lucir impecable: Un ritual. Por allá alguien habla de su “casita” en Canadá, en medio de la nada y de la desesperanza de quedarse a mitad de un lago congelado con el jugetito del snowmobile. Pláticas que hay que hilar diestramente con las propias, una cadencia de palabras sin intenciones deliberadas. Me sentía muy cómoda esa noche.

Salimos casi al alba, y siempre me pregunté cómo es que con esta mega esferita que resguarda a mi blanquísimo viajante, fuí capaz de aguantar sin cansancio horas enteras de acción y e interacción ininterrumpidas. Todo un misterio. La sorpesa de la noche es mirar el reloj y darse cuenta que de hecho, es ya la madrugada y que el sol ya está posicionándose para salir. Así que hay que correr para llegar todavía en la obscuridad a casa, como vampiros inofensivos, y no resquebrajar los tintes de magia y esplendor de una noche inesperada.



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