Pero... ¡¿se necesita todo eso?!


Esa es una de las expresiones más hilarantes que una persona puede brevemente pensar para sus adentros, antes de tener la brillante idea de expresarla en público, justamente frente a todo el personal que ejerce una especie de “consultoría” concienzuda en una de las tiendas más “acá” de muebles para bebés...

Ahora que tengo el tiempo del mundo para adentrarme en estas danzas prelactantes, me siento como cuando Doña Sara, amiga cubanaza de mi abuela, solía teorizar acerca de mi sano entretenimiento poniéndome frente a un rompecabezas horrendo que a su nieto cautivaba. Menjurjería para la mamá, toda serie de aparatos medievales para el bebé, algunos sofisticadísimos, otros relativamente rusticales: Dícen que para todo hay gustos. Camino por esas galerías tácticamente estructuradas mientras mis ojos se abren grandes-grandes, cuasi león marino bebé, ante todo ese galerón de materia expectante.

Hay aparatos que francamente se ven muy peligrosos, todos llenos de vasos comunicantes y manguerillas plásticas. Otros se ven –hay que aceptarlo- monísimos con su estética del Red Dot Award... pero en la práxis ¿funcionarán? Como sea, me tomo el vientre en reminisencia del dicho aquél de "fajarse los pantalones" –whatever it means- y prosigo en mi viaje de exploración a tierras textualmente lunares.

Hay convención de barrigas. Las ha de todos los tipos, picudas, enormes, de mini hematoma, de embarazo de elefante... la mía es una pelotita bien definida, y justamente a este momento su tripulante estrella comienza con su juego de las vueltas: Pataditas que disfruto hasta que el buen y vivaz chamaquéitor tiene la ocurrencia de patearme justo en el ombligo, algo así como un hole in one... Estrellas y luego carcajada de junkie. ¿Qué se le puede decir a este pequeño viajante?

Tres “Helgas” vienen a contraviento (antes de que se les opaque el ánimo a algunos, preciso que no es comentario xenofobo sino el más puro relativismo a la imágen de la rubia grandota y ojiazul que embobina perfecto en el estereotipo tedesco), muy seguras de sus cursos de perfeccionamiento en cuanto a cunas, asientos para el auto e instrumentos de “legos” maternales para instruírme en el arte de ser mamá. Me llenan de conocimiento cual ser ignorante de la versatilidad oculta de la cama transformable y de madera masiva, me apartan del error de las palanquillas de freno del carrito de bebé y me ofrecen su sabiduría en las artes de conectarse los pechos a aparatos que más bien parecen máscaras de oxígeno... Así, pretendo salir con un hato de conocimientos de lo más relevante... y yo que creía que la vida era tan sencilla.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Soltando el bofe...

Barcelona. Passatge del Crèdit 4.

Un misterio urbano...